El ‘remedio’ no va a ser un virus, pero quizás nos puede ayudar a despertar (y darnos cuenta que la plaga somos nosotros). Los últimos meses desde que empezó la pandemia y con ella la cuarentena forzada, notamos ciertos beneficios ambientales del coronavirus.
Este compilado de imágenes nos invita a ver cómo es el mundo cuando frenamos un poco. Nos ayuda a visualizar y tangibilizar el impacto que tienen nuestras actividades:
Bajan las emisiones y la contaminación
Imágenes satelitales de NASA nos muestran cómo se redujeron drásticamente las emisiones y la contaminación en el aire en China e Italia estas semanas de pausa.
Entre las fábricas cerradas, los vuelos suspendidos y las calles sin autos, se mejoró mucho la calidad del aire. En China incluso se ve en el cielo, que casi nunca se ve celeste, pero ahora sí.
Por suerte los aeropuertos superaron el tema de los “vuelos fantasma”, aviones que viajaban vacíos para conservar su vacante.
La fauna se acerca
Ahora que no hay tanta góndola llevando y trayendo turistas, vemos cómo el agua de los canales de Venecia se despeja y deja ver los peces. Lamentablemente no es que ahora esté más limpia, pero sí se ve menos turbia al no haber casi movimiento.
Vemos fotos que nos hacen testigo de lo que sucede cuando baja nuestro ritmo frenético. Los animales silvestres se acercan también a las ciudades (semivacias): se ven más cisnes en los canales de Venecia, patos silvestres en las fuentes de Roma, delfines en los puertos y hasta familias de jabalíes en el centro de la ciudad.
No todo lo que brilla…
Todo esto pueden sonar “buenas” noticias. Pero estos “beneficios” ambientales del coronavirus son temporales.
Probablemente durarán lo que dure la cuarentena, en cuanto esté más o menos controlado (o la crisis económica sea insostenible) la actividad va a retomar su ritmo habitual. Quizás, incluso, retome con más intensidad “para recuperar el tiempo perdido” y el efecto rebote sea peor: más actividad industrial, más emisiones, más contaminación.
En cuanto volvamos a las calles, los animales volverán a alejarse. Mientras tengan a donde ir.
¿Y después?
Este parate tiene graves consecuencias económicas. Las economías del mundo están en crisis por la pandemia, pierden los grandes y pierden los chicos. Al salir de esta, habrá que “reactivar” la economía, y eso significa en idioma capitalista, reactivar la producción y el consumo. Es la única forma que conoce.
Mientras no cambiemos esencialmente nuestra forma de producir y consumir, difícilmente hagamos una diferencia. Podemos alegrarnos de resultados similares cuando las economías decidan decrecer y decisiones políticas similares que desaceleren el crecimiento esten motivadas por y para resolver la crisis climática y ecológica, y no cuando es un efecto colateral de una pandemia.
Si cuando esto pase planeamos seguir el business-as-usual, no hay nada que festejar. El coronavirus es una grave amenaza y traerá muchísimo sufrimiento a muchas personas.
Sólo nos queda esperar que vivamos esto como un llamado de atención.
Ahora estamos viendo lo que pasa cuando nos hacemos a un lado.
Y no son hipótesis apocalípticas, ni hizo falta una guerra nuclear que barra con todos los humanos de la faz de la Tierra,
estamos vivos para verlo. Y reaccionar.
¿Podremos conectar con lo que significa esto? ¿Somos capaces de enfrentar cara a cara al impacto ambiental de nuestro sistema económico?
Muy interesante! Me resulta especialmente preocupante por un lado las cuestiones ecológicas que ya pasaron a un segundo plano por el coronavirus (en muchas regiones cesó la recolección diferenciada de residuos y las plantas clasificadoras dejaron de funcionar mientras dure la crisis sanitaria; también se incrementó el uso de productos descartables y de un solo uso para evitar contagios).
Además, como decís, si no hay un cambio profundo, es probable que muchos países flexibilicen sus normativas ambientales como forma de favorecer la reactivación de la economía. Seamos sinceros, cuando estamos en riesgo nosotros, la protección de “los otros” suele pasar a un segundo plano… en este caso, si corremos riesgo las sociedades humanas, el cuidado de las otras especies y sus ecosistemas puede pasar a un segundo plano.
Creo que desde el lugar individual y colectivo de cada uno se pueden liderar pequeñas transformaciones que tengan que ver con la valorización de algunos aspectos de esta experiencia: el coronavirus nos ha demostrado no solo que podemos prescindir de ciertos productos, ciertas formas de consumo o ciertos hábitos; sino que además prescindir de ellos no nos hace necesariamente mas infelices.
Por otra parte, tambien es grande el riesgo de que la nostalgia de consumo alimentada en todo este tiempo por el aislamiento y las “prohibiciones” nos lleve a consumir compulsivamente en los meses posteriores a la reactivación.
Por ahora, la ventana de la oportunidad está abierta. Tenemos la chance de cambiar un poquito a pequeña escala y procurar que los cambios a gran escala también se vayan produciendo.
Hola Lu, totalmente de acuerdo con lo que decis…! Tenemos una gran oportunidad para ir sembrando estos cambios individuales y colectivos, cambios de conciencia…! Ojalá podamos aprovecharla!