Hoy todos se acuerdan y dicen que están muy preocupados y comprometidos con la temática ambiental. Mañana, o el mes que viene pareciera que se olvidan.
Muchos (nosotros) no nos olvidamos, y nos preguntamos ¿cómo puede ser que tanta gente todavía no abre los ojos frente al estado de emergencia global en el que estamos?
La mayoría ya no puede negar que el Cambio Climático es real (existen negacionistas que por suerte son pocos, aunque lamentablemente haya varios en posiciones de poder). Y la causa son nuestras acciones, nuestro estilo de vida: estamos empujando al colapso a ecosistemas enteros y decir “cambio climático” ya le queda chico a esta crisis climática. Es una emergencia.
Sin embargo, a nivel global parece que nadie actúa como si lo fuera. La pandemia por coronavius es una emergencia, inmediata, y se están tomando medidas drásticas que afectan y trastocan por completo el “business-as-usual”, la forma “normal” de hacer las cosas. Acciones impensadas hace unos años, se están haciendo por el coronavirus.
Y ya sabemos cuál fue el origen de esta enfermedad. De hecho los expertos advierten que si no cambiamos nuestra forma de manejar y relacionarnos con la naturaleza, si no frenamos la demanda de animales para consumo humano, el tráfico de fauna silvestre, los desmontes de bosques nativos… si no cambiamos nuestras formas, esta pandemia va a ser sólo la primera de muchas que se vienen. Peores.
Los líderes del mundo demostraron que si es necesario pueden cambiar, pero ¿cambiaron? con las economías vulnerables por la cuarentena global, los países están ofreciendo salvatajes millonarios para las industrias más contaminantes: petroleras, aerolíneas, agroindustria.
Pareciera que muchos todavía no entienden que necesitamos cambiar en serio. De raíz. Todavía están en el paso 1 del cambio: “el no cambio”.
No hay cambio posible si no reconocemos que tenemos un problema.
Cual discurso para enfrentar las adicciones, el primer paso es aceptar que hay un problema y que hay algo que cambiar.
- Cambios radicales en las políticas públicas, que dejen de priorizar la economía por sobre los derechos y la protección ambiental (sí, tener un ambiente sano es un derecho humano, está en la constitución de muchos países, en Argentina es el Art. 41).
- Cambios profundos en las empresas, que dejen de proyectar crecer y aumentar las ventas cada cuatrimestre como si fuera posible un crecimiento sin límites, en un planeta finito.
- Cambios masivos en las sociedades, que dejemos de aspirar a modelos de vida imposibles, injustos e insostenibles, porque la abundancia y la opulencia tiene un costo social y ambiental enorme.
¿Y qué puedo hacer yo?
Para la mayoría de nosotros que no estamos en posiciones de poder en gobiernos y empresas nos puede parecer difícil afectar instituciones tan grandes y lejanas. Difícil pero no imposible. No olvidemos que las empresas y los gobiernos están conformados por personas, y sin que estas personas cambien su visión, no hay manera de que cambien su acción.
Pero claro que es más fácil cambiar lo que sí tenemos bajo nuestro total control: nosotros, nuestra visión y nuestro estilo de vida, cambiar para alinear nuestra acción no sólo a nuestros valores (que son subjetivos), sino también a la evidencia científica.
Muchos ya estamos cambiando y siempre podemos cambiar más. Pero no sirve de nada que algunos pocos hagamos muchas cosas bien, necesitamos que haya mucha gente haciendo muchas cosas un poquito mejor.
Por eso en los cambios que ya hicimos, los que estamos manteniendo y nos sentimos seguros, entonces podemos buscar ayudar a cambiar a otros. Pero es clave que entendamos con paciencia lo que necesita cada persona, todos estamos en diferentes etapas del cambio:
- Entendamos en qué paso están, algunos todavía no ven el problema, a ellos podemos ayudarlos a que vean el problema y acepten que hay algo que cambiar (del paso 1 al 2).
- Otros quizás ya saben que hay algo que cambiar pero todavía no creen que pueden hacerlo. A ellos podemos ayudarlos a motivarlos, darles más razones para cambiar, que entiendan los beneficios para que lleguen a tomar la decisión de querer cambiar (del paso 2 al 3).
- Identificá a tus amigos y familia que ya están convencidos de que van a cambiar, pero no se animan a dar el salto, a ellos dales herramientas e información, explicales lo que sabes, contales tu experiencia, llevalos de la mano como te gustaría que te expliquen a vos hasta que se sientan seguros y pasen a la acción (del paso 3 al 4).
Esto ayuda especialmente si queres acompañar a tu círculo más cercano.
Pero ¿esto es suficiente?
No te culpo si te parece que este trabajo de hormiga de cambiar uno a uno a toda la población del planeta es insuficiente y muy cansador, ¡porque lo es! No alcanza y uf… ¡agota!.
Si querés apuntar a cambios radicales más masivos, cambiar gobiernos, también podes sumarte a movimientos de lucha, reclamo y desobediencia civil como FridaysForFuture, Jóvenes por el Clima o XR:Extinction Rebellion. Hay capítulos locales de estos movimientos en varias ciudades del país y la región.
No tengo respuestas ni soluciones mágicas. Creo que hay que hacer presión por todos lados para lograr un cambio general, profundo y sistémico: hablarle a la ciudadanía para que despierte, a tus amigos y tu familia; presión para las empresas para que cambien no sólo sus formas, también sus objetivos; y presión a los gobiernos, que dicen que nos representan y entonces exigimos que lo hagan de verdad.
¿Qué reflexiones te trae este Día del Ambiente? ¿Por dónde sentís que tiene que venir el cambio? ¿Pensaste en alguien a quien podes ayudar a ver el problema y avanzar en el cambio?